Ya casi 3 años desde la noticia de mi embarazo. Tres años
puede ser mucho tiempo o bien poquitísimo, todo depende de qué estemos
hablando. Y les aseguro que si de ser mamá se trata es un montonazo, por la
intensidad de las sensaciones que nos atraviesan, lo abrupto de los cambios, la
rapidez con la que paso a paso vamos readaptándonos. No es que haya pensado que
ser mamá era algo sencillo, creo que en realidad nunca supe de lo que realmente
se trataba, en su inmensidad, hasta que pude vivirlo.
Estaremos de acuerdo en que cuando damos la noticia de
nuestro embarazo a nuestros allegados, sobretodo a aquellos que ya son padres,
solemos escuchar frases como estas: “se
te acabó la joda”, “aprovechá a
dormir ahora porque después que nazca no vas a dormir nunca más”, y como
sedante a semejante sorbo de responsabilidad, la maravillosa expresión “es lo más maravilloso que te puede pasar en
la vida”. Grandes verdades, fundamentalmente la última.
Pero hay algo que no nos dicen, y es que cada bebé será
diferente a otro, y por consiguiente, los cólicos serán diferentes, sus horas
de sueño, sus gustos por los alimentos, etc. Y sobretodo que cada MAMÁ también
lo será. Cada mujer convertida en mamá será una mezcla a construir de hormonas,
amor, desesperación, angustia y de necesidades. Porque no todo es rosado en el
mundo de la maternidad. Y como si fuera poco descubrimos a una compañera de
aventuras un poco asfixiante: la señora culpa.
Qué difícil encontrarnos en esa vertiginosidad. ¡Dan ganas de
salir corriendo!!! Teta, caca, ojeras…y ni hablar de las tildes socioculturales.
Mientras tanto nos miramos al espejo y nos preguntamos qué pasó con la mujer
que éramos, y quién es esa nueva mujer que está en el reflejo, que es la misma,
pero muy distinta. Y no me refiero solamente a los cambios físicos, no menos
importantes y movilizantes.
Hoy a 3 años, miro el camino transitado, orgullosa de mis
logros, de la paciencia que he adquirido, de mi nuevo yo simplificado pero
enriquecido. Recuerdo cuán bien me hizo no sentirme la única madre
conflictuada. El encuentro con otras mujeres/madres: una amiga, mi cuñada, mi
hermana, mi mamá… fui recolectando sus historias e histerias, y me sentí parte,
y me pensé en proceso, proceso de superación día a día, y entonces empecé a
disfrutar de las trabas y saberlas pasajeras… y acá estoy, a veces me encuentro
con la que era y lo cuento con la emoción en la garganta, lo maravilloso de ser
la que hoy soy.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario